4.4.11

Descanso

Me quito las gafas y apoyo pesadamente mi cabeza en la esponjosa almohada. Es uno de los mejores momentos del día, sin duda. Después de siete horas en el instituto, todas seguidas dando clase, con un mísero e inútil descanso de media hora, que hay veces que ni existe, el poder relajar la vista, ya machacada al ser forzada durante la mañana, es lo mejor que me puede suceder a eso de las cuatro.
Durante unos minutos dejo de pensar en qué diantres estoy haciendo con mi vida y con todo lo que me rodea, dejo de pensar en las medias de las asignaturas, en cómo hacer para salir el sábado sin perder mucho tiempo, y en qué tendré que hacer a continuación. Por un corto periodo de tiempo, me engancho (de nuevo, ya que son un complemento indispensable) los auriculares y pongo un poco de música, a ser posible suavecita.
Sin embargo, luego hay que volver a levantar cabeza, abandonando la comodidad de mi cama y regresando a la (cansada) realidad.