20.12.10

Un abrazo, por favor.

- ¿Quieres un abrazo o qué? - dijo él gritando en broma.
- Déjame en paz - respondió ella prácticamente huyendo de él.
- Porque tienes pinta de querer un abrazo, se te nota.
- Normalmente, cuando digo "no quiero un abrazo, ahora déjame sola" es que quiero estar sola.
Él se acercó rápido a ella por detrás y la abrazó. Apoyó la cabeza ligeramente en su hombro. Ella puso sus brazos sobre los de él, agarrándole por las manos.
Pero eso solo duró un momento, un instante. Ella se zafó de él y se puso a ordenar varias cosas que había encima de su mesa.
- Eres un pesado... - murmuró.
- Ya - dijo alargando la a y esbozando una sonrisa. Se alejó de ella y se puso a hablar con otras personas.
Bajó la vista y siguió ordenando cosas que ya lo estaban. Cambiando de sitio con cierto nerviosismo. Luego levantó la cabeza y le observó. El mismo sentimiento de siempre.
Porque pensamos qué decir cuando todo ha sucedido ya.

7.12.10

Tarde de viernes

Viernes. Tarde de viernes. ¿A quién no le gustan? Dan comienzo al fin de semana. Pero para mí tienen un significado especial. Siempre tenemos un día especial en la semana y para mí es el viernes. ¿La razón? Algo inconfesable. Algo vergonzoso. No malo. Solo vergonzoso.
Me entran ganas de gritarlo a los cuatro vientos, pero me lo guardo a dentro, muy al fondo, y por la noche, en la oscuridad, resurge en mi cabeza, en mi conciencia, toma forma, se retuerce y vuela por todos los recovecos de mi mente.
Cuando estoy sola pienso en decírselo a alguien. Pero me echo para atrás, con miedo, pensando que nadie me va a comprender. O puede que me comprendan y se compadezcan de mí, les de pena o algo por el estilo.
Viernes. Tarde de viernes. Últimamente son más frías y oscurece antes. Sin embargo, en mi interior cada semana mejoran, mi pequeño fuego se enciende más y más.
Atajarlo desde dentro del problema es una opción rápida. Atacar a lo que me inquieta directamente. Pero hay demasiado en juego. No es un no hay nada que perder, no, esta vez no.
Viernes. Tarde de viernes.

2.12.10

Cuando nieva a nivel del mar

Mi pequeña ciudad de otoño se ha convertido hoy por momentos en una escena navideña de postal. Ver copos de nieve caer mientras estás en tu clase y afuera todavía es de noche no es algo muy habitual. Todos nos hemos puesto en la ventana a mirar, incluso los que son de otras ciudades en las que sí nieva habitualmente. Un momento tan emotivo se notaba en el ambiente y en los ojos de la mayoría.
Nunca se me irá de la cabeza la imagen de la larga e iluminada artificialmente calle Severo Ochoa en plena nevada de primeros de diciembre.

15.11.10

¡Depresión!

Te extraño. Solo puedo escuchar lo que tenías en tu interior en mi casa. Las calles de la ciudad han perdido su gracia. Las esperas ahora son más largas. Desearía tenerte entre mis manos en todo momento. Y sé que te he perdido para siempre. Solo podré deshacerme de mi dolor sustituyéndote.
Lo sé, es duro.
Estoy deprimida.
Y tú, hijo de puta que me ha robado lo que me hacía saltar de emoción, que te den, que te torturen y que te mueras en el infierno, por no devolver lo que no es tuyo. ¿Cómo te sentirías si te arrancase el corazón de tu pecho?
Estés donde estés, siempre te extrañaré. Mi querido iPod. Ahora solo tengo el iTunes en el portátil.
El iPod de la sexta generación, es decir, tu bisnieto, será quien te sustituya estas navidades.

6.11.10

Por las pequeñas cosas interesantes

- Hey, Mr. Curiosity. Cuéntame algo.
- ¿El qué?
- Cuéntame algo que no sepa. Algo nuevo. Como siempre.
- Será mejor que lo busquemos juntos.
Entre las gaviotas, un buen té y un chocolate.

8.10.10

Diferente a mí. Mejor de todos modos.

Las apariencias engañanan. Siempre.
Hay personas fántasticas que tienen algo diferente a ti. No por eso dejan de ser maravillosas personas. Por el contrario, eso las convierte en especiales. No sería divertido un mundo donde todos fuéramos iguales.
Por esas personas fantásticas que te hacen sentir bien.

7.10.10

Érase

Érase una vez una chica.
Érase una vez un chico.
Érase una vez una historia.
Érase una vez un final.
Porque todas las historias son iguales.

24.9.10

Marioneta

Hay un momento en el que ya no sabes qué decir. Estás totalmente convencida de tu posición frente a ciertos aspectos, das argumentos a tu favor, pero a quien se lo estás contando es como si hablaras con una pared.
Esto es así y punto. No hay vuelta de hoja.
Pero no tiene razón. Es algo personal. Si no quieres ir no vas. Y ahí es cuando no hay vuelta de hoja. Nadie puede hacerte cambiar de ideales o manera de hacer simplemente porque quiere. Cuando una persona impone su opinión convirtiéndola en un mandato, ahí se ha acabado el respeto hacia él. Esa persona no merece que la escuches siquiera. Para qué, si va a ser todo en tu contra.
Cierra los oídos, aisla un tiempo la mente para que los pensamientos se ordenen y la calma vuelva a reinar en lo único que queda privado por el momento. La cabeza, la mente, la propia conciencia.
Porque no hay que dejarse engatusar por las ideas de otros, no hay que aceptar las cosas y ya está. Porque hay que crearse los pensamientos y una base sobre la que pensar. No vale ser una marioneta de los demás.

8.9.10

Funeral para tres

Hay demasiada gente aquí. El pequeño cabo de la costa está totalmente ocupado por una masa de gente vestida de negro. Y yo soy de las más cercanas al acantilado. Un pequeño salto y… Estaría igual que ella. Metida en una pequeña urna con unas pocas cenizas dentro, lo último que quedaría de mi paso por la Tierra. Cam me aprieta la mano. Al menos él sigue ahí, a mi lado. No me había abandonado.

La madre de la difunta, con un vestido negro largo y un sombrero con velo, abre la urna y tira las cenizas al océano. El viento se las lleva volando lejos, haciendo unas piruetas y remolinos hasta caer al fin en el agua revuelta.

Me giro y contemplo a toda esa gente que no conozco de nada, o como mucho de vista. Estaba completamente segura de que ellos no la conocían. No sabían de su circunstancia. No sabían nada. Están aquí porque son de la misma clase social. Quedaría feo que no fueran. Tanta hipocresía a mi alrededor me daba nauseas.

- Vámonos - murmuro.

- ¿Qué? Pero si van a hacer un pequeño banquete en su casa con toda la gente…

- Toda la gente que ella no querría que estuviese. Así que yo prefiero hacer el luto en otra parte.

- Vale.

Salimos como pudimos de entre tanta multitud y subimos a un autobús que pasaba por ahí justo en ese momento. Al llegar al centro bajamos y entramos en un Sturbucks. El calor nos invade al momento y decidimos quitarnos las chaquetas.

Con un buen café ardiente entre las manos miró a Cam e intento sacar algún tema de conversación no muy doloroso.

- ¿Estás bien, Kathryn? - me pregunta.

Veo su pulsera aun en la muñeca y sonrío. Una sonrisa triste y algo forzada.

- No, pero se me pasará. ¿Quedamos mañana?

- Había quedado con Resse, le apetecía una cita de novios en serio… Una chorrada, vamos. Si te apetece lo cancelo.

- No, que va. Si has quedado con ella ya, no pasa nada.

Me mira no muy convencido y le da un sorbo al café. Tras muchos silencios y algunos comentarios banales nos vamos de allí. Cada uno por su camino. El aura de muerte que nos rodeaba nos había unido en algunos temas y separado en otros. Echaba de menos las simples risas y tardes juntos. Los tres.

28.8.10

Inolvidables

Como un ángel y un demonio en mis hombros comienzan a dar opiniones y argumentos en contra de su némesis sobre lo que debería hacer. Nunca sabes a cuál de los dos hacer caso. Pero al menos te ponen las cosas claras. Te dicen lo que necesitas oír y otras veces lo que no querrías escuchar tanto, pero lo hacen por tu bien. Están cuando los necesitas. Y tú también cuando te necesitan. Sales de casa sin saber qué te puede deparar esa tarde pero en cuanto ves sus caras se te va esa pequeña preocupación. Mientras te encuentres entre ellos todo es pasable. Puede ser la mejor tarde de tu vida, una tarde inolvidable o una simple tarde entretenida. Te dan ganas de cometer locuras, el valor surge de tu interior y estás dispuesto a todo. La cordura es algo innecesario en esos momentos. No dirigen tu vida, pero sin ellos sería un viaje demasiado largo e insoportable. Por algo son tus amigos, ¿no?

10.8.10

En blanco y negro

La barrita del cursor en Word no para de parpadear. Me está poniendo de los nervios. Me gusta cuando se mueve hacia la derecha, mientras las letras aparecen por detrás, hilando la delicada trama de mi imaginación. Me frustro yo solita cuando no consigo sacar nada bueno. Cuando los diálogos pierden su chispa, cuando las descripciones pasan a ser sosas y aburridas o cuando la narración pierde todo tipo de acción y tranquillo para el lector y el propio escritor.
La música en los oídos, sonando suficientemente alto como para ignorar el exterior y suficientemente bajo como para no quedarme sorda. Hace demasiado calor, pero en cuanto me pongo a teclear me olvido de ello. Incluso hay veces que me olvido de la música y cuando me doy cuenta el albúm se ha acabado.
Sin embargo esta vez no sale nada. El messenger abierto, como siempre, pero hoy resulta más entretenido que otras veces. Aun así me recuerdo una y otra vez lo que dijo un maestro de la pintura. "Que la inspiración me encuentre trabajando".
Hago caso de ese consejo, el mejor que me sé por ahora, y hago un esfuerzo para pulsar las teclas del ordenador. Ya sale, ya lo veo claro. Todo es ponerse. Los pequeños y ligeros "clics" al presionar las letras suenan como una maravillosa melodía para mis oídos.
No sé cuanto tiempo estoy ensimismada en mi propio mundo. A pesar de parecer que no cansa estar frente a la pantalla del ordenador, a mi me conlleva un gran esfuerzo. A la vez que gratificante. Ver el folio entero escrito es una sensación realmente agradable, que se multiplica cuando el contenido es de calidad.

3.8.10

Evasión

Aguanto la respiración y me hundo en el agua. Apesar de que me falta el oxígeno me siento mejor que en el aire. Muevo los brazos y bajo al fondo de la piscina, con sus característicos azulejos pequeños azules. Me vuelvo hacia arriba y contempló la capa de agua que separa mi pequeño mundo azul del exterior. Del bullicioso, estresante, ruidoso y a veces falso mundo real.
Siento un pitido en los oídos al estar tan al fondo. Sin embargo es mejor que enfrentarse al resto del mundo. Las imágenes que se forman sobre mi cabeza son muy abstractas y ondulantes, nunca están quietas. Pero esa fina capa es como un velo que nadie debería traspasar. Y parece que con solo pensarlo a alguien le da por llevarme la contraria. Una mano se introduce en el agua y se agita. Reconozco la mano por la pulsera que lleva puesta. Yo tengo una igual. Incluso desde ahí abajo distingo las cuentas de colores, exceptuando unas pocas blancas. KATHRYN. Mi nombre.
Me impulso con los pies hacia arriba y agarro con fuerza su mano. Él tira de mí como si no pesase nada y en un segundo tengo medio cuerpo fuera del agua. Pongo los pies en la pared de la piscina y haciendo fuerza junto con su ayuda salgo y me siento en el borde con las piernas colgando. Él me imita y me coge la mano en la que tengo la pulsera.
- Vuelve al mundo real. Te necesitamos más aquí arriba. Evadirte no te servirá de nada.
- No me des sermoncitos ahora - le digo cortante mientras miro las pequeñas ondas que produce el viento sobre la superficie de la piscina - ¿Cómo sabías que estaría aquí?
- Me dije: ¿dónde podría encontrar a la loca de mi amiga a las siete de la mañana? Y por eso vine al polideportivo.
- Cómo me conoces.
- Ya son muchos años.
Le miro y él esboza una sonrisa triste. Muchos años. Tantos que ya pienso que me conoce él mejor que yo misma.

20.7.10

Stop!

Me desperté acalorada y con las mantas enrolladas en los pies. Miré el reloj que tenía en la cabecera de la cama. Aun las diez y media. Demasiado temprano para levantarme en verano. Me giré en la cama y seguí durmiendo.
Me volví a despertar y miré el reloj. Seguían siendo las diez y media. Imposible, pensé. Estaba completamete segura de que había dormido más de un minuto. Me levanté y encendí la luz.
Claro, la aguja de los segundos estaba parada. Estaría sin pilas. Levanté la persiana y la luz de la mañana, una mañana luminosa y cálida, inundó mi habitación. Mis padres estarían trabajando, así que la casa estaba vacía.
Fui al baño a lavarme e intentar abrir los ojos y despejarme. Entré en la cocina y encendí la radio. Tenía hambre. Un hueco se hacía cada vez más grande en mi estómago.
Al coger la leche de la nevera me percaté de que la radio sonaba raro, como si estuviera pasando por un túnel. Y por más que cambiaba de emisora no sonaba nada.
Qué de cosas se estropean hoy.
Dejé la leche y le eché el cacao. La prefería fría. Bebí unos sorbos y alcé la cabeza para ver el reloj. Las diez y media. Y los puntitos de en medio no parpadeaban. Estaba parado. Tendría que apagarse, no que pararse a lo raro siniestro.
Fui corriendo al salón y encendí el televisor. Puntitos blancos y negros, como si no dieran nada.
Abrí la ventana. Me estaba agobiando.
Me apoyé en el alfeizar y miré afuera. Me eché para atrás de inmediato.
- ¿Pero qué es esto? - murmuré.
Una paloma en pleno vuelo estaba detenida en el aire, con las alas extendidas. Y la señora del edificio de en frente, la rechoncha rubia que siempre iba de rosa, estaba quieta, totalmente inmóvil, con la mano en alto saludando a otra señora que la miraba con una sonrisa y los ojos cerrados.
Volví a asomarme a la ventana.
- ¡¿Por qué no se mueven?! - grité lo más alto que pude.
¿En qué maldito mundo me he despertado?.

Traición

El cañón de la pistola apuntaba a mi cabeza, estaba segura. Y aun así no era eso lo que me rondaba la cabeza. En unos segundos cientos de pensamientos acudieron a mi mente y el más claro, preciso, era el miedo. No por la pistola. No por tener a la Guardia tras de mí. Sino por él. ¿Qué puede dar más miedo que alguien que te conoce en el bando contrario?
Porque él me conocía a mí, de eso estaba segura, le había revelado tanto como si fuera un amigo de siempre, pero, ¿y yo a él? ¿Le conocía? Tal vez su personalidad, sus gestos, manías y virtudes, todo, no había sido más que la máscara de su traición.

Primer punto

Lo primero de todo, he de decir que la frase del título no es mía (mi cerebro no llega a tanto, al menos por ahora), sino de Mirror's Edge (en la imagen), uno de mis videojuegos favoritos.
Y aclarado ese primer punto importante, que comience la creación del blog.