24.9.10

Marioneta

Hay un momento en el que ya no sabes qué decir. Estás totalmente convencida de tu posición frente a ciertos aspectos, das argumentos a tu favor, pero a quien se lo estás contando es como si hablaras con una pared.
Esto es así y punto. No hay vuelta de hoja.
Pero no tiene razón. Es algo personal. Si no quieres ir no vas. Y ahí es cuando no hay vuelta de hoja. Nadie puede hacerte cambiar de ideales o manera de hacer simplemente porque quiere. Cuando una persona impone su opinión convirtiéndola en un mandato, ahí se ha acabado el respeto hacia él. Esa persona no merece que la escuches siquiera. Para qué, si va a ser todo en tu contra.
Cierra los oídos, aisla un tiempo la mente para que los pensamientos se ordenen y la calma vuelva a reinar en lo único que queda privado por el momento. La cabeza, la mente, la propia conciencia.
Porque no hay que dejarse engatusar por las ideas de otros, no hay que aceptar las cosas y ya está. Porque hay que crearse los pensamientos y una base sobre la que pensar. No vale ser una marioneta de los demás.

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