7.12.10

Tarde de viernes

Viernes. Tarde de viernes. ¿A quién no le gustan? Dan comienzo al fin de semana. Pero para mí tienen un significado especial. Siempre tenemos un día especial en la semana y para mí es el viernes. ¿La razón? Algo inconfesable. Algo vergonzoso. No malo. Solo vergonzoso.
Me entran ganas de gritarlo a los cuatro vientos, pero me lo guardo a dentro, muy al fondo, y por la noche, en la oscuridad, resurge en mi cabeza, en mi conciencia, toma forma, se retuerce y vuela por todos los recovecos de mi mente.
Cuando estoy sola pienso en decírselo a alguien. Pero me echo para atrás, con miedo, pensando que nadie me va a comprender. O puede que me comprendan y se compadezcan de mí, les de pena o algo por el estilo.
Viernes. Tarde de viernes. Últimamente son más frías y oscurece antes. Sin embargo, en mi interior cada semana mejoran, mi pequeño fuego se enciende más y más.
Atajarlo desde dentro del problema es una opción rápida. Atacar a lo que me inquieta directamente. Pero hay demasiado en juego. No es un no hay nada que perder, no, esta vez no.
Viernes. Tarde de viernes.

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