Me entran ganas de gritarlo a los cuatro vientos, pero me lo guardo a dentro, muy al fondo, y por la noche, en la oscuridad, resurge en mi cabeza, en mi conciencia, toma forma, se retuerce y vuela por todos los recovecos de mi mente.
Cuando estoy sola pienso en decírselo a alguien. Pero me echo para atrás, con miedo, pensando que nadie me va a comprender. O puede que me comprendan y se compadezcan de mí, les de pena o algo por el estilo.
Viernes. Tarde de viernes. Últimamente son más frías y oscurece antes. Sin embargo, en mi interior cada semana mejoran, mi pequeño fuego se enciende más y más.
Atajarlo desde dentro del problema es una opción rápida. Atacar a lo que me inquieta directamente. Pero hay demasiado en juego. No es un no hay nada que perder, no, esta vez no.
Viernes. Tarde de viernes.
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