20.7.10

Traición

El cañón de la pistola apuntaba a mi cabeza, estaba segura. Y aun así no era eso lo que me rondaba la cabeza. En unos segundos cientos de pensamientos acudieron a mi mente y el más claro, preciso, era el miedo. No por la pistola. No por tener a la Guardia tras de mí. Sino por él. ¿Qué puede dar más miedo que alguien que te conoce en el bando contrario?
Porque él me conocía a mí, de eso estaba segura, le había revelado tanto como si fuera un amigo de siempre, pero, ¿y yo a él? ¿Le conocía? Tal vez su personalidad, sus gestos, manías y virtudes, todo, no había sido más que la máscara de su traición.

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