- ¿Quieres un abrazo o qué? - dijo él gritando en broma.
- Déjame en paz - respondió ella prácticamente huyendo de él.
- Porque tienes pinta de querer un abrazo, se te nota.
- Normalmente, cuando digo "no quiero un abrazo, ahora déjame sola" es que quiero estar sola.
Él se acercó rápido a ella por detrás y la abrazó. Apoyó la cabeza ligeramente en su hombro. Ella puso sus brazos sobre los de él, agarrándole por las manos.
Pero eso solo duró un momento, un instante. Ella se zafó de él y se puso a ordenar varias cosas que había encima de su mesa.
- Eres un pesado... - murmuró.
- Ya - dijo alargando la a y esbozando una sonrisa. Se alejó de ella y se puso a hablar con otras personas.
Bajó la vista y siguió ordenando cosas que ya lo estaban. Cambiando de sitio con cierto nerviosismo. Luego levantó la cabeza y le observó. El mismo sentimiento de siempre.
Porque pensamos qué decir cuando todo ha sucedido ya.